Friday, April 29, 2011

Entrevista en el Correo del Orinoco

Continuando con el Encuentro Nacional de Coleccionismo, este pasado miércoles 27 de abril, apareció publicada, tanto en su edición impresa como en su página web, una nueva entrevista, está vez más enfocada hacia las figuras de acción en Venezuela. Aquí pueden ver la versión digital original. Cabe destacar que la exposición se extenderá por un mes más, hasta el domingo 29 de mayo, así que si aún no han ido, todavía tienen la oportunidad de disfrutar de esta magnífica muestra.El coleccionista atesora más de 4 mil piezas
Juan Carlos Azpúrua expone más de 300 juguetes de acción
27 abril 2011

En el Museo Carlos Cruz-Diez se puede apreciar esta muestra que va desde Mazinger Z hasta el nuevo muñeco de Francisco Miranda

Hasta finales de este mes se mantendrá el Encuentro Nacional del Coleccionismo en el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez. El evento se complementa con una exposición que ocupa tres salas expositivas del recinto y una serie de foros, conversatorios y otras actividades paralelas, a cargo de los expositores.

Uno de los conferencistas fue Carlos Azpúrua, quien preparó una ponencia a cerca de la historia de los juguetes de acción en Venezuela. Durante su intervención se refirió al auge que tuvieron este tipo de artículos en los años ochenta, cuando una prohibición de importación estimuló la fabricación local.

Azpúrua recordó que luego de las medidas seguidas al famoso Viernes Negro venezolano, “las empresas que importaban juguetes tuvieron que convertirse en fabricantes. Entonces los juguetes que se vendían en todo el mundo también se fabricaban aquí, como La Barbie, He Man, G.I. Joe y muchos otros”. “En los años noventa levantan la prohibición, vuelven los juguetes importados y las fabricas desaparecieron”.

“Las fabricas no pudieron competir con las importaciones, porque era más barato traer el juguete que hacerlo aquí. Las fabricas nacionales perdieron mercado. Muchas que eran importadoras en un principio, volvieron a ser importadoras y por lo general quebraron las que surgieron como fabricantes”, recordó.

El coleccionista de juguetes de acción desde hace más de 10 años, ve con dificultad el hecho de que en nuestro país se vuelvan a fabricar productos como los que atesora. “Y no es un asunto de Venezuela, eso está pasando en todo el mundo”, apuntó. Por una parte, dijo, las grandes transnacionales del juguete dominan el mercado mundial aplicando entre otras estrategias, la fabricación en países donde la mano de obra es mucho más económica, como China, por ejemplo.

Por otra parte, de alguna manera esta realidad estimula la elaboración de juguetes autóctonos, como es el caso de una figura que representa al prócer Francisco de Miranda, creado bajo una estética “que nada tiene que enviarle a un muñeco de León O (Thundercats), por ejemplo”. “Esto no es una linea de juguetes porque apenas han sacado un solo muñeco. Tampoco está hecho acá, sino en China, pero al menos es un juguete venezolano. Es como un primer granito de arena”, advirtió.

La colección de Juan Carlos Azpúrua ya pasa las 4.000 piezas, de las cuales casi 300 se exhiben hasta finales de abril en el Museo Carlos Cruz-Diez. Su pasión se inició cuando tenía aproximadamente 20 años de edad (tiene 31). “Comencé porque nunca boté mis juguetes, los tenía guardados, luego descubrí que eran coleccionables, incluso habían revistas y era un movimiento grande, recuperé los juguetes que tenía guardados y arranqué mi colección”.

El también licenciado en Historia prefiere las piezas que se hicieron en la tierra de Bolívar durante ese boom de la producción de juguetes. Uno de sus favoritos es el el Rojet. “Es el único robot diseñado y fabricado completamente en Venezuela”, afirmó.

El Rojet fue fabricada por la compañía Jeica (Juegos y Entretenimientos Infantiles Compañía Anónima) a finales de 1985. En aquel entonces los Transformes eran los juguetes más cotizados entre los niños, pero la licencia de facturación estaba en Argentina.

En respuesta a ese inconveniente la empresa juguetera nacional decidió elaborar sus propios robots que se convertían en naves, mientras caducaban los permisos legales en el país de Maradona. El producto criollo salió a la venta durante un par de años, bajaron las ventas y salió del mercado.

Azpúrua marca la diferencia entre un coleccionista y una persona que sólo “junta cachivaches”, en que el primero se preocupa por investigar y conocer más sobre los objetos que reúne y aprecia su valor más allá del económico. Precisamente por eso lamenta que rarezas como el Rojet no sea muy apreciado por los coleccionistas, como sucede con casi todas las figuras de acción elaboradas en Venezuela, a pesar de la buena calidad y lo extraño que resultan a escala internacional.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Héctor Rattia

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